Queridos hermanos: día a día vamos experimentando la bondad del Señor, ayudándonos y librándonos de problemas y de esta enfermedad, que, aunque aun nos amenaza y, ante la que debemos actuar con prudencia, poco a poco, vamos recobrando mas porciones de normalidad en nuestra vida diaria. Y queremos, y pedimos, que el Señor nos siga ayudando. Continuemos pues “aprovechando bien el tiempo porque los días son malos,...... no siendo insensatos, sino entendidos de cual sea la voluntad del Señor” Ef. 5. 16-17, porque somos amonestados a “Mirar con diligencia como andeis, no como necios, sino como sabios” Ef. 5:15. Debemos ser cuidadosos en analizar nuestra vida, tomando tiempo y reflexión para juzgarnos a nosotros mismos, a nuestro comportamiento, nuestro modo de conducirnos diariamente. Cada uno debe hacer un examen constante de si mismo. Debemos establecer conscientemente las metas y prioridades que queremos lograr en nuestra vida, siendo sabedores de que no nos pertenecemos a nosotros mismos, sino a Aquel que nos compro por precio ,”Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” 1 Co. 6:20. Los cristianos deben andar como hijos de luz, y no deben dejar que esa luz se debilite y pierda claridad y vaya extinguiéndose hasta apagarse. Debemos poner coto a esas “obligaciones ineludibles”, y a ese ocio malgastador de tiempo y oportunidades. Hay cosas, metas nuevas a las que debemos dirigirnos: la edificación de la Iglesia, nuestra nueva vida en Cristo (no andar ya en la vanidad de nuestra mente, Ef. 4:17), buscando y comprobando lo que es agradable al Señor. El comentarista Hendriksen define a los necios como “aquellos que no teniendo entendimiento en las cosas pertenecientes a Dios y a la salvación, no desean alcanzar la alta meta,y, por lo tanto, no saben ni les importa saber, cuales son los mejores medios para llegar a ella. Le dan capital importancia a lo que realmente es de poco valor o aun perjudicial, y no tienen aprecio por lo que es imprescindible”. Pero de los sabios dice Pr. 1:33 “El que me oiga (a la Sabiduría) habitara confiadamente, y estará tranquilo sin temor del mal”. Así que, debemos, con miras a lograr estas metas, aprovechar bien el tiempo, haciendo buen uso de el. Y, no solo, o principalmente, porque el tiempo es corto, escaso, sino porque los días son malos. El mundo es malo y ejerce una presión, sea sutil (las mas de las veces) o sea descarada, para imponer sus conductas y actitudes. Debemos, pues, estar vigilantes para no ser arrastrados por sus artimañas. En medio de tanta oscuridad, es nuestra luz la que debe brillar, “cuanto mas negra es la noche, mas importante es la luz” . (Kent). Nuestro camino debe ser de justicia y santificación. Mientras la mente del mundo tiene el entendimiento entenebrecido y vive en la ignorancia espiritual y moral, la revelación de Dios ilumina la mente del creyente, “dándoos espíritu de sabiduria y revelación en el conocimiento de el, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento para saber ….” Ef. 1:17-18. Los salvados pues, debemos comprender la voluntad de Dios y ponerla por obra “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por la renovación de vuestro entendimiento para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” Ro. 12:2. “Se trata de una transformación fundamental del carácter y de la conducta, alejadas de las normas del mundo y asemejada a la imagen de Cristo mismo” (J. Stott). La mente se renueva por una acción simultanea del Espíritu y de la Palabra de Dios; luego tenemos capacidad para discernir y desear la voluntad de Dios; y ya entonces, somos progresivamente transformados por ella. Permitamos y deseemos que el Señor haga todo esto en nuestras vidas. Amen.