Queridos hermanos: Son ya dos meses de confinamiento, y diez domingos sin reuniones para los cultos de Adoración a nuestro Dios. Y sin saber lo que nos deparara aun los próximos días, debemos seguir firmes, contentos y agradecidos porque “hasta aquí nos ayudo Jehova” y “si no me ayudara Jehová, pronto moraría mi alma en el silencio”. Sal. 94:17. Ademas, en estos días estaríamos con nuestras, ya centenarias, Conferencias Anuales, que en muy pocas ocasiones se habrán visto suspendidas, como en este año. La historia de la celebración de las Conferencias Anuales, tanto las nuestras como las de otras iglesias, es una historia de éxito y bendición para los creyentes, tanto locales como los concurrentes de otras iglesia de la región. En tiempos que fueron de persecución y confinamiento social, (¡ese si que era confinamiento!) eran una bendita manera de manifestar solidaridad y apoyo mutuo entre creyentes, que, aunque alejados físicamente, eran muy cercanos animica y espiritualmente, seguro que mucho mas que hoy en día, tanto por necesidad como por disposición. Igualmente fueron una manera de enseñanza uniforme de las grandes doctrinas y promesas bíblicas; de tal manera que las iglesias de las diversas localidades tenían una común visión y percepción de como debían interpretarse, básicamente, los pasajes y mensajes bíblicos. Al invitar a las Conferencias a los siervos del Señor que exponían su mensaje para todas las iglesias, en sus varias Conferencias locales, la enseñanza era homogénea, semejante, mas allá de los ligeros matices entre predicadores. Por ello la doctrina y practica de las Asambleas locales, hasta el día de hoy, era compartida por todos, sin que, por ello, hubiera una dependencia orgánica o centralizadora entre ellas. Algo que, desgraciadamente, se va perdiendo a día de hoy. Y, quizás, la causa, sino la única, la mas importante, es el declive, e, incluso la desaparición de las Conferencias en muchas iglesias; y, mas aun, la falta de asistencia, cada vez mas generalizada, de los creyentes, a las reuniones de las Conferencias. Asistencia que permitía disfrutar de la gran experiencia y calidad en las exposiciones de la Palabra de siervos del Señor tales como (ya en la época que todos podemos recordar): Ernesto Trenchard, Eric Bermejo, Francisco Lacueva, Millos, Cecilio Fernández, Celestino Puente, Fernando Vangioni, David Burt, Timoteo Glasscook, José Hutter...etc, y tantos otros. Personas que traían estudios y temas de la Palabra que no estaban al alcance de los creyentes todos los días, debido a causas varias, como la escasez de libros en esa época (también a la escasa aficción a la lectura), y a la no muy completa formación teológica de los responsables de las iglesias locales, (completamente entendible, ya que eran personas que debían atender a su trabajo y familia, y, ademas, separar tiempo y trabajo para atender a los asuntos y a los creyentes de la iglesia). Otra bendición, también importante, que traían las Conferencias, era que facilitaban la relación y comunión entre creyentes de diferentes lugares. Y al ver que todos tenían los mismos problemas y dificultades con la autoridades, y, que pasaban por las mismas pruebas, ello motivaba una confraternidad y calurosa amistad entre todos. Ademas el conocimiento y relación entre los jóvenes facilitaba noviazgos, ya que conocían a creyentes con sus mismas necesidades y aspiraciones, sin tener pretextos para ir afuera de las iglesias. En fin, al recordar algo del significado de las Conferencias anuales para las iglesias locales, en los días que debíamos estar disfrutando de las nuestras, es momento de agradecer al Señor por todo lo que nos proporciono en cuanto al conocimiento bíblico y a la practica cristiana, por medio de todos sus muchos siervos con ocasión de los Cultos Anuales. Y pedirle desde ya por los del próximo año, si el lo quiere. Y, en cuanto se restablezca la normalidad, que el covid19 desbarato, y se vuelvan a convocar Conferencias en las iglesias, prepararnos para `poder asistir y recibir las bendiciones que el Señor da a su pueblo congregado. “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” Mt. 18:20. Amen.