Queridos hermanos: hemos pasado otra semana mas de confinamiento y, casi seguro, que aun nos quedan mas días iguales, con mas o menos restricciones. Por lo tanto nos es necesaria la paciencia y el contentamiento, aguardando seguros y tranquilos lo que venga, sabiendo que Aquel que nos guarda y protege cuida todo para nuestro bien. Es conocido de todos el refrán "Al mal tiempo, buena cara", y entendiéndolo en el sentido de disposición de animo alegre a pesar de las circunstancias, siempre sera depender de las propias fuerzas. Y en la inmensa mayoría de las veces estas no llegan. Pero, los creyentes, aun en circunstancias adversas y contrarias tenemos una experiencia mejor: El gozo. Ya que es un fruto del Espíritu Santo, (Gal. 3:22), debe ser una característica esencial de todo creyente. Y, es que desde el comienzo, el anuncio del mensaje del evangelio “es noticia de gran gozo” Lc. 2:10. "La Palabra “se recibe con gozo” 1 Ts. 1:6. El creer en Jesús nos “llena de gozo y paz” Ro. 15:13. Incluso, “hay gozo en el cielo al arrepentirse el pecador” Lc. 15:7. Hay gozo al ver los resultados de la obra encomendada por el Señor:”Volvieron los setenta con gozo” Lc. 10:17. A los creyentes se nos podrán quitar los bienes, la salud, e incluso la vida del cuerpo, pero “nadie os quitara vuestro gozo” Jn.16:22 ya que tenemos la plena seguridad : “regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos” Lc. 10:20- Incluso en las ocasiones de padecimientos: “gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegria” 1P. 4:13. En el libro de Nehemias, cuando el profeta Esdras termina la lectura e interpretación de la ley, les dice al pueblo que ha escuchado atento “el gozo de Jehova es vuestra fortaleza” Neh. 8:10. Y cuando comenta la gran alegría que tenia el pueblo por el conocimiento de la ley de Jehova: “hubo regocijo sobremanera grande”. Cuando el Señor Jesús les anuncia a sus discípulos su muerte y su partida y separación física, les dice “aunque vosotros estáis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo” Jn. 16:20. El creyente que esta firme y seguro en el Señor, y que ha deja do en las manos de El todas sus preocupaciones y ansiedades, puede decir con Pedro: “(Jesucristo) a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso” 1P. 1:8. No hay nada que interrumpa o impida una relación intima con nuestro Señor, que siempre produce gozo verdadero. Las circunstancias presentes no van a durar siempre y en ningún caso van a privarnos de esa relación: “Puestos los ojos en Jesús el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de el sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”Heb. 12:2. Las circunstancias del tiempo presente no pueden estorbarnos del disfrute glorioso de las misericordias y dones que la gracia de Dios ha provisto para nosotros: “En gran manera me gozare en Jehova, mi alma se alegrara en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeo de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia ataviada con sus joyas” Is. 61:10. Grande es la salvación que nos ha sido otorgada por nuestro Dios “el Reino de Dios es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” Ro. 14:17. Como también leemos en Fil. 3:1 “gozaos en el Señor” y “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo ¡Regocijaos!" Fil.4:4. A las presentes circunstancias, que nos parecen adversas, se les hace frente con la completa y segura esperanza que tenemos en Cristo. Al ver el presente a la luz del futuro que nos espera podemos estar plenamente confiados en“Aquel que hace todas las cosas según el designio de su voluntad” Ef. 1:11. Aquel a quien podremos, con mas conocimiento, cantar y alabar en esos lugares celestiales “¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocemonos y alegrémonos y demosle gloria; porque ha llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado". Ap. 19:6-7. Así que, mientra estamos en este lugar de peregrinación, pero sabiendo que nos acercamos a la meta, la ciudad celestial, oigamos a Pedro: “Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed pues sobrios y velad en oración. Y, ante todo, tened amor” 1 P. 4:7-8.