Queridos hermanos, deseamos que la fe y confianza en nuestro Señor perduren y sean mas firmes en estos días de dificultades, incertidumbres y enfermedad. Los creyentes podemos echar toda nuestra ansiedad sobre El, porque El tiene cuidado de nosotros (1 P. 5:7) El Salmo 121 nos habla de esa confianza segura en Dios que anhela el peregrino. Es un Salmo que ha fortalecido y dado reposo a muchas generaciones, en momentos de necesidad y de socorro que ningún ser humano puede dar. Es uno de los Salmos que se memorizaban en la Escuela Dominical y que a partir de ahí formaban parte del bagaje espiritual del creyente. El peregrino, durante su viaje, levanta los ojos y ve peligros reales e incertidumbres que provocan angustia y miedo. Y busca socorro, auxilio. Pero, ¿donde?, ¿en quien?, ¿En los imponentes montes? Aunque estos fueren símbolos de los dioses falsos (1 R. 20:23, dioses de los montes), o de las asechanzas del malo (Pr. 1:11, acechemos al inocente), de allí no podía venir la defensa. Pero si del que hizo los cielos y la tierra con sus montes. El es el único que puede proteger. El Dios Creador, el Omnipotente, el es la única ayuda. Es un Dios confiable , que inspira confianza, que nos capacita y sostiene para evitar que nuestros pies resbalen y que pequemos, y que la herida sea aun mas grande que la que provoca el sufrimiento, ya que en este, si lo meditamos y consideramos, y lo ponemos en el corazón (Ec. 7:2), podemos obtener mas sabiduría y firmeza en nuestra fe; pero el pecado, si es permanente, nos hace mas duros e impermeables a la vida espiritual. Es un Dios siempre en vela, ni se deja vencer por el sueño ni necesita descanso, (ni necesita meditar, ni se aísla en el trabajo, ni se ausenta en el camino, ni hay que despertarlo, (1 R. 18:27). El siempre ha preservado a su pueblo. La historia da testimonio de ello. Es un Dios personal . El que guarda a Israel es el que te guardara. Es su oficio: guardador: el ángel de Jehova acampa alrededor de los que le temen y los defiende (S. 34:7). ¿Y quien lo impedirá? Dios es esa sombra sobre nosotros en tiempo de c alor, ese refrigerio espiritual en todo tiempo; también en tiempos de dificultad y angustia. Su presencia con nosotros nos llena de sosiego y paz en una morada celestial: el que habita al abrigo del Altísimo morara bajo la sombra del Omnipotente (Sal. 91 :1), El libra de todo adversario, sea día sea noche, en todo momento, siempre. El es el Dios eterno. El nos guarda de todo mal, de toda tribulación, de toda desgracia externa. Su protección y cuidado es continuo, El preserva nuestra vida, yo he venido p ara que tengan vida y para que la tengan en abundancia (Jn. 10:10). El nos ayuda y cuida en todas las actividades de nuestra vida y durante todo el tiempo. ¡¡Cuan grande es el Dios nuestro!! Y cuanta gratitud debe haber en nuestros corazones por el socorro que nos da.Y en estos momentos de angustia y dificultad y enfermedad, y, aun de soledad, si tenemos a este Dios con nosotros, con toda seguridad el nos guarda y da paz: el libra a todos los que por el temor a la muerte estaban toda la vida sujetos a servidumbre (Heb. 2:15) ya que “todo es vuestro...... sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo y Cristo de Dios” 1 Co. 3:22 23. “Somos de la familia de Dios” Ef. 2:19. Y podemos “regocijarnos de que nuestros nombres están escritos en los cielos” Lc. 10.20. Amen.