Queridos hermanos: Iniciamos ya el segundo mes de confinamiento en nuestras casas. Lo que en principio iban a ser quince días se va alargando en el tiempo. Precisamos mantener y redoblar nuestra fe y confianza en nuestro Dios, sabiendo que en toda circunstancia estamos bajo su protección y que “todo nos ayudara a bien”. ¿Como reaccionamos cuando llega la adversidad? Cuando llega a nosotros lo que no deseamos , y, que nos provoca temor y angustia, ¿cambiamos de parecer y nos apartamos de las convicciones que teníamos, y de las que presumíamos? ¿Mantenemos la fe firme en nuestro Señor al pasar por el valle de sombra de muerte? ¿Esperamos que El nos acompañe y nos muestre la salida,o buscamos nuestras propias soluciones y respuestas? En la Biblia encontramos diversas reacciones a estas preguntas. Desde los varios reyes del pueblo de Israel, que cuando se veían presionados y atacados por otras naciones, en vez de arrepentirse de sus pecados y buscar el auxilio de Dios, querían buscar su salvación pagándola con el oro y plata de la nación, e incluso despojando al templo de sus tesoros, ofrendados por sus antepasados. Pero esto no les servia para mucho, ya que a los pocos años tenían otra vez la misma amenaza sobre ellos. Pero en la Biblia, sobre el asunto de la adversidad, encontramos dos respuestas divergentes, contrarias entre ellas, dadas por dos personas, que ademas eran matrimonio. En este caso la adversidad era completa, ya que afectaba a las riquezas, a la familia y a la salud. Es el caso de Job y su mujer. Job había perdido su inmensa riqueza, sus hijos habían muerto, y el mismo sufría una dolorosa, grave y repugnante enfermedad que afectaba a todo su cuerpo. Pena sobre pena, mal sobre mal, dolor sobre dolor habían venido sobre Job. Pero, aun a pesar de todas estas tribulaciones, Job mantenía su fidelidad a Dios: “Jehova dio, Jehova quito; sea el nombre de Jehova bendito”. 1:21 . A pesar de que Dios estaba permitiendo esta prueba sobre Job, “En todo esto no peco Job, ni atribuyo a Dios despropósito alguno” 1:22 . Todo lo contrario: adora a Dios y bendice su nombre. Job demuestra que no es un hipócrita; que alaba a Dios, no porque Dios le colme de riquezas, sino por amor de su nombre. No era Job el que engañaba en su relación con Dios. Era el acusador, Satanás, el que mentía acerca de Job. Pero Satanás vuelve a la carga, y usa a la mujer de Job para tentarle. Vistas las perdidas acumuladas de Job, que incluían su propia salud, su mujer le reta a dejar de someterse al Dios que le había quitado todo (olvidando que antes se lo había dado todo). ¿Como sirves a tal Dios? ¿Por cobardía, por necedad? ¿Que esperas de quien te quito familia, riquezas, salud? ¿Aun persistes en tu integridad? Maldice a Dios y muérete” 2:9. Es preferible morir que vivir así. Si blasfemas contra Dios el te quitara la vida. Pero Job vence la tentación. ¿Aceptaremos de Dios el bien y el mal no lo aceptaremos? 2:10. Someternos de buena gana a la voluntad de Dios es la respuesta adecuada del creyente ante cualquier problema o adversidad. Y aprovechar la situación para considerarnos ante el espejo de la Palabra de Dios para comprobar cual es el estado de nuestra relación con el, examinándonos a nosotros mismos, para perfeccionar nuestra santidad. Como escribió Pablo en Ro. 8:18 “...tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”. Así que, teniendo esa segura esperanza que, incluso en momentos adversos, nos produce gozo, ya que el Señor, que si esta con nosotros, nos “infunde aliento” , alabémosle y adoremosle, porque el tiene la soberanía y el poder sobre todas las cosas. “Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amen”.